Once Once Producciones y la Coordinación Nacional de Teatro
del Instituto Nacional de Bellas Artes presentan Emilia y su globo rojo, un
montaje que aborda valores como la amistad y el respeto, además de la
importancia de la imaginación en los niños. La obra tendrá temporada del 24 de
marzo al 20 de mayo en el Teatro del Bosque, Julio Castillo, del Centro
Cultural del Bosque, con funciones los sábados y domingos a las 12:30.
Con una narración sencilla, Emilia y su globo rojo fomenta
la imaginación y aborda el tema del bullying de manera comprensible hasta por
los más pequeños. Por otro lado, la obra mira con cierta nostalgia a un México
donde una niña podía recorrer las calles de su ciudad y convivir con los
personajes que en ella habitan. Así, pone énfasis sobre el urgente rescate y
necesidad de reapropiación del espacio público como lugar de encuentro que
favorece la convivencia, forja comunidad y fomenta la conformación de una
identidad.
Creada en 2003 por la compañía de teatro Palleti Títeres,
dirigida por Esmeralda Peralta y Leticia Negrete, y producida gracias al apoyo
del Fonca, Emilia y su globo rojo se estrenó en 2004 en el Teatro El Galeón del
Centro Cultural del Bosque; desde entonces, la obra se ha presentado en
importantes teatros como el Palacio de Bellas Artes y el Teatro del Bosque,
Julio Castillo, a donde regresa este año tras sumar más de 600 representaciones
y después de una exitosa temporada en el Teatro Xola.
Para la actual reposición de Emilia y su globo rojo, la
escenografía y los títeres fueron minuciosamente restaurados por Leonardo
Otero; la música fue creada por el joven compositor mexicano Iker Madrid, el
rediseño del vestuario estuvo a cargo de Emilio Rebollar y la iluminación de
Matías Gorlero, además de que esta vez, el elenco es infantil. Se trata de una
puesta en escena de Esmeralda Peralta y Leticia Negrete, bajo la dirección de
Leticia Amezcua.
El texto está inspirado en el cortometraje Le Ballon Rouge
del cineasta francés Albert Lamorisse, el cual ganó la Palma de Oro en el
Festival de Cannes en 1956, así como el Oscar y el BAFTA en 1957. La adaptación
al contexto mexicano está llena de referencias locales, como la escenografía y
los títeres, que fueron creados por los artistas plásticos Alicia y Eduardo
Montes de Oca, quienes, usando la mirada infantil como inspiración,
convirtieron la Ciudad de México y sus personajes en una pintura casi
vanguardista que cobra vida en esta obra. La música, creada para el actual
montaje, da vida a la historia y sustituye la necesidad del lenguaje verbal por
melodías evocativas que tocarán las fibras más sensibles del público.
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